jueves, 14 de junio de 2012

El verdadero rostro del aparato de la inteligencia cubana


Darsi Ferrer

Es hora ya de exponer la real dimensión del mito de la capacidad que ha ejercido y ejerce la inteligencia cubana (y léase también la policía política, su aspecto menos romántico e impresentable). Y nada mejor para distinguir con claridad sus limitaciones y lastres que compararla con la de otra pequeña nación, el estado de Israel, rodeado de verdaderos enemigos, no ficticios como se los fabrica el régimen de los hermanos Castro.

La región donde se encuentra el estado mediterráneo se denominaba Palestina, más no porque fuera una nación independiente y reconocida bajo tal nombre. Históricamente, en ese territorio convivían comunidades hebreas y árabes, de culturas y religiones mahometanas, judías, cristianas, nestorianas y otras. De hecho, no existían los términos israelita o palestino para designar una nacionalidad, y de la misma manera que una nación israelí fue reconocida por la ONU, los palestinos tuvieron similar oportunidad de crear su propio estado independiente.

Cuba, luego de denodados esfuerzos, logró liberarse del colonialismo español gracias a la decisiva intervención de las fuerzas militares y, sobre todo navales, del vecino EEUU. El archipiélago fue uno de los últimos territorios en alcanzar la soberanía en la región. Pese a ello, gracias a la enorme inversión  de capital norteamericano, una creciente emigración europea, y al ingenio y la industria de los coterráneos en el marco de una sociedad libre y democrática, el país superó con creces, y mucho antes de cumplir el medio siglo de fundada, los niveles de vida de naciones latinoamericanas que la habían precedido en casi un siglo de emancipación.

Israel es una democracia parlamentaria basada en elecciones pluripartidistas y periódicas, con reconocidas libertades de expresión, asociación, movimiento, representación y culto. Más estas no se limitan a sus ciudadanos de origen judío. Los árabes con ciudadanía israelí gozan de los mismos derechos, incluyendo el uso, publicación y enseñanza de la lengua y religión árabes, y  una presencia con voz y voto en el Parlamento proporcional al más de un millón de sus afines.

Cuba es una dictadura militar y familiar encabezada por los Castro con más de cincuenta años dando tumbos totalitarios. El estado está conformado como una estructura de sojuzgamiento que permanece insensible al sufrimiento que acumula en la población. A los cubanos se les niega la protección de la ley bajo un Estado de Derecho y se les hace víctimas de los abusos sistemáticos del todopoderoso régimen dictatorial. No les permiten la celebración de elecciones libres ni pluripartidistas. Y no existe en el país ni un ápice de libertad de expresión, asociación ni movimiento. La estructura de gobierno es más semejante a un despotismo del Medio Oriente como Siria, o a la asiática Corea del Norte, que a una república democrática de Occidente.

De Israel sería ir mucho más allá de los límites de este corto trabajo juzgar si fueron justificadas o no las guerras y la responsabilidad en crímenes ocurridos de un lado u otro de sus fronteras. Es una historia violenta originada por un innegable rechazo de todos los países del entorno, la totalidad de ellos con apenas unos años de fundación luego de haber sido enclaves coloniales europeos, a reconocer otra nueva nación que esta vez surgía por mandato de la ONU. Y ello ocurrió en un espacio territorial que perteneciera al imperio turco y que hasta 1947 permaneció bajo la administración británica, designada por el sustituido organismo internacional, La Liga de las Naciones.

La agresividad de la región del Medio Oriente y del mundo islámico en general contra Israel ha propiciado el desarrollo de su aparato de inteligencia, llevándolo a niveles impresionantes para un país tan pequeño. Esta profesional estructura de espionaje es decisiva para impedir la destrucción de su nación, no para tratar de subvertir y, a marchas forzadas, intrigar para transformar en democracias semejantes a la suya a los países vecinos, lo que sería el reverso lógico de la actividad virulenta de la dictadura cubana.

En Cuba, desde el mismo origen de la llamada revolución se implantó un modelo totalitario con pleno apoyo de la Unión Soviética. Situación que se consolidó cuando la casta en el poder creó un Enemigo ideológico de su antiguo aliado, los Estados Unidos. Con este y con los países democráticos del área latinoamericana inició un proceso de enfrentamiento y hostilidades. Desde entonces la junta militar de la Habana ha sido incansable en agredir e intentar subvertir a las naciones de formato democrático de América Latina y del Norte. El resto del mundo tampoco se ha librado de esas trasnochadas paperas de imperialismo platanero.

Sin dudas, el costo del sostenimiento en particular de tal prolongada política beligerante, divorciada de las posibilidades concretas o fines personales de los ciudadanos, ha transformado para mal a la pequeña nación. Antes un país rico y próspero, el castrismo lo ha dejado en las llantas con el loco afán de verse a sí mismo como una potencia capaz de protagonizar una geopolítica global y torcer los destinos del mundo. El triste resultado de todo este narcisismo es que sus habitantes son pobres y formados en una sociedad envilecida por la delación, el encanallamiento y  una enfermiza y degradante hipocresía y parálisis social.

En Israel, la labor del aparato de inteligencia es el garante de la existencia de la nación, y por tanto de la vigencia del Estado de Derecho y la protección de la ley para sus ciudadanos. No trabajaron denodadamente para que les fueran negados, ni gracias a ellos son explotadas sus capacidades de bienestar o las libertades y posibilidades plenas de desarrollo de su población. Tampoco con su labor afectan el nivel de vida nacional ni expolian el exitoso esfuerzo de sus diversas industrias. Es por ello que el país goza de un per cápita de nación de primer mundo, en medio de una geografía con poblaciones oprimidas, incultas, pobres y atrasadas. Los millones de árabes que viven en esas naciones colindantes, a pesar de ser sojuzgados por dictaduras y satrapías hereditarias, paradójicamente dejan alimentar en ellos un odio profundo a la única democracia de la región, que debería ser un modelo a emular de progreso para sus vidas y países.

El cuerpo de inteligencia israelí, de reconocido prestigio, actúa en el ámbito Occidental y del Medio Oriente a escala desproporcionada con sus dimensiones territoriales. Proclama su necesidad de defenderse de la agresividad de naciones fronterizas y vecinas, casi todas árabes y mahometanas. Y alguna hasta asignándose como doctrina de Estado la futura desaparición de Israel. El argumento histórico y acicate de odio hacia el estado hebreo está basado en las diferencias en religión, cultura y los sangrientos conflictos bélicos y represalias que esto ha generado, sin embargo, la verdadera naturaleza del rencor hacia esa nación es que constituye un ejemplo del desarrollo que se puede alcanzar cuando se le garantiza a la sociedad el pleno ejercicio de la libertad y la democracia representativa, mientras que los países que la rodean están regidos por dictaduras descarnadas que oprimen y condenan a sus pueblos a la miseria. Ese es el meollo del problema y el obstáculo a la paz regional.

En cambio, el aparato de inteligencia cubana se vuelca tanto para los ciudadanos cubanos dentro y fuera del territorio nacional, como hacia la subversión del orden democrático de los países de su entorno, como ocurre en el presente con el proyecto ALBA y la estrella y motor de esa triste Entente, Venezuela. La acción de la policía política, reprimiendo cualquier disidencia o cuestionamiento al culto oficial tiene semejante importancia para la dictadura que influir en gran medida y a su conveniencia sobre estos improvisados aliados latinoamericanos de los últimos años. Con su trabajo mal remunerado y en un pleno ejercicio de masoquismo nacional, los cubanos pagan desde los gruesos salarios de estos cuerpos represivos, pasando por todas las prebendas y privilegios, y llegando hasta cubrir con su sudor el costo de los sofisticados artilugios de espionaje que nunca dejan de adquirir estos señores. Y todo para que puedan vigilar y reprimir al dedillo a sus benefactores cada vez que intentan no estar de acuerdo con el estado de cosas.

Es sobre la base del éxito económico del estado israelí que el mismo sostiene su cuerpo de inteligencia con gran capacidad para vigilar e impedir que las agresiones contra su nación no tengan el éxito con que son planeadas. La destrucción de su estado es parte de la motivación y el fanático acicate de numerosas organizaciones fundamentalistas islámicas, que a su vez reprimen y aterrorizan a sus propios conciudadanos árabes o persas, como es el caso de la agresiva y lóbrega teocracia iraní.

En Cuba, y por tanto en su labor en el extranjero, es sobre la base material que les aporta el sojuzgamiento y el terror de la población del archipiélago que los cuerpos de inteligencia colaboran fervorosamente en sostener la roñosa dictadura. Eso les brinda todos los recursos necesarios, sin control alguno del Parlamento, que debería velar por el uso de los mismos en beneficio, y no en opresión, del pueblo. Los recursos nacionales se utilizan para despilfarrarlos en las siempre fracasadas aventuras geopolíticas personales de los Castro, y se preparan para seguir haciéndolo sin ellos, en una eterna metástasis de desorden y confrontación. Al igual que los éxitos efímeros de otras dictaduras que ya no son sino malos recuerdos, los triunfos que lograrán estos servicios no serán nunca para gloria y salvaguardia del pueblo de Cuba, sino para la de sus amos feudales, los que convocados por un inevitable fin de sus áridas vidas, ahora andan buscando dejar este pobre país en herencia a sus hijos y nietos.

Más que a la pericia y el sacrificio personales, la supuesta efectividad de la labor profesional de los miembros del aparato represivo se ha basado en consolidar la violencia en la patria que los vio nacer, y que sin dudas los acogerá en sus cementerios cuando la hora les toque, sea a las buenas o a las malas.

darsiferrer@yahoo.com 

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