jueves, 14 de junio de 2012

Douglas Rodríguez, el coraje y la gloria


Darsi Ferrer

Ayer escuché en los medios informativos nacionales la triste noticia de la muerte repentina en su humilde casa del Vedado, por un presumible infarto cardiaco, de la gloria del boxeo Douglas Rodríguez.

Inmediatamente me vinieron a la mente los emocionantes recuerdos del día que lo visité por el año 2007 junto a mi querido amigo español, Manuel Benito del Valle, con el propósito de hacerle una entrevista para el documental (KnocKoutKuba)) que finalmente pudimos realizar con varios de esos grandes hombres que dieron gloria y brillo al deporte cubano, en especial, al boxeo mundial, y que cínicamente fueron desechados cuando llegaron a su ocaso deportivo y los condenaron al olvido y al total desamparo.

Después de la dorada época de los abrazos, felicitaciones de los más altos dirigentes y de disfrutar de determinados privilegios y prebendas mientras servían de instrumento de propaganda para combatir al “Imperialismo” y legitimar la “magnanimidad” de la Revolución, llegó la cruda realidad para esos grandes pugilistas, que se sacrificaron y entregaron lo más vital de sus vidas a poner en alto el nombre de la nación cubana a nivel global.

Todavía se recuerda como el propio Douglas peleó en el mundial de la Habana 74´ con fracturas en ambas manos. Su determinación de entregarle la victoria de oro a su pueblo y su compromiso con el entonces presidente Fidel Castro, de colgarle la medalla de oro en el pecho, le hizo obstinarse y pedirle al médico del equipo que le inyectara con anestesia local y así salió al cuadrilátero, donde a base de un derroche increíble de coraje venció a todos sus oponentes y se coronó campeón.

Parecidas son las historias de otros corajudos deportistas, que también han seguido por el corralón que les impone el castrismo. Les hacen creer que son protagonistas no de la historia de un país que siempre ha tenido afinidad y resultados impresionantes en los deportes, sino en el combate ideológico, defendiendo una noble causa de justicia social, que termina siendo una gran estafa, pues a los Castro y su cohorte lo único que les interesa es su propia gloria, lo que se traduce en conservar el control del poder a como dé lugar y desprecian a quienes ya no les sirven en función de sus intereses de sojuzgamiento.

Douglas pasó su vejez tirado a la basura, en completa miseria y enfermo por el alcoholismo que le aquejaba. Ninguno de los vampiros del gobierno se preocupó por brindarle asistencia médica, ni por garantizarle un mínimo de atenciones para que sobreviviera con más decencia y dignidad. Era muy doloroso saber que andaba muchas veces borracho tirado por los portales, mendigando algún trago de ron por los bares y sin medios para mejorar su dramática existencia.

Ya le llegó su eterno descanso y casi seguro se fue sin poder entender el por qué su camino se torció de esa lamentable manera. Se debe haber llevado a la tumba muchos sinsabores, disgustos e incomprensiones. Y no es para menos, merecía toda la admiración de sus coterráneos y el eterno agradecimiento por su obra, que nos llenó a todos de alegrías y orgullo patrio.

Ahora mismo, lo que se me ocurre decirle a ese grande entre los grandes es: Descanse en paz campeón, usted siempre tendrá un lugar cimero en la historia de este país que lo recordará no como víctima de una pandilla de desalmados inescrupulosos, sino como la gloria deportiva y cubano integro que fue y será por siempre.

darsiferrer@yahoo.com 

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