Darsi Ferrer
Ayer escuché en los medios
informativos nacionales la triste noticia de la muerte repentina en su humilde
casa del Vedado, por un presumible infarto cardiaco, de la gloria del boxeo
Douglas Rodríguez.
Inmediatamente me vinieron a
la mente los emocionantes recuerdos del día que lo visité por el año 2007 junto
a mi querido amigo español, Manuel Benito del Valle, con el propósito de
hacerle una entrevista para el documental (KnocKoutKuba)) que finalmente
pudimos realizar con varios de esos grandes hombres que dieron gloria y brillo
al deporte cubano, en especial, al boxeo mundial, y que cínicamente fueron
desechados cuando llegaron a su ocaso deportivo y los condenaron al olvido y al
total desamparo.
Después de la dorada época
de los abrazos, felicitaciones de los más altos dirigentes y de disfrutar de
determinados privilegios y prebendas mientras servían de instrumento de
propaganda para combatir al “Imperialismo” y legitimar la “magnanimidad” de la
Revolución, llegó la cruda realidad para esos grandes pugilistas, que se
sacrificaron y entregaron lo más vital de sus vidas a poner en alto el nombre
de la nación cubana a nivel global.
Todavía se recuerda como el
propio Douglas peleó en el mundial de la Habana 74´ con fracturas en ambas
manos. Su determinación de entregarle la victoria de oro a su pueblo y su
compromiso con el entonces presidente Fidel Castro, de colgarle la medalla de
oro en el pecho, le hizo obstinarse y pedirle al médico del equipo que le
inyectara con anestesia local y así salió al cuadrilátero, donde a base de un
derroche increíble de coraje venció a todos sus oponentes y se coronó campeón.
Parecidas son las historias
de otros corajudos deportistas, que también han seguido por el corralón que les
impone el castrismo. Les hacen creer que son protagonistas no de la historia de
un país que siempre ha tenido afinidad y resultados impresionantes en los
deportes, sino en el combate ideológico, defendiendo una noble causa de
justicia social, que termina siendo una gran estafa, pues a los Castro y su
cohorte lo único que les interesa es su propia gloria, lo que se traduce en
conservar el control del poder a como dé lugar y desprecian a quienes ya no les
sirven en función de sus intereses de sojuzgamiento.
Douglas pasó su vejez tirado
a la basura, en completa miseria y enfermo por el alcoholismo que le aquejaba.
Ninguno de los vampiros del gobierno se preocupó por brindarle asistencia
médica, ni por garantizarle un mínimo de atenciones para que sobreviviera con
más decencia y dignidad. Era muy doloroso saber que andaba muchas veces
borracho tirado por los portales, mendigando algún trago de ron por los bares y
sin medios para mejorar su dramática existencia.
Ya le llegó su eterno
descanso y casi seguro se fue sin poder entender el por qué su camino se torció
de esa lamentable manera. Se debe haber llevado a la tumba muchos sinsabores,
disgustos e incomprensiones. Y no es para menos, merecía toda la admiración de
sus coterráneos y el eterno agradecimiento por su obra, que nos llenó a todos
de alegrías y orgullo patrio.
Ahora mismo, lo que se me
ocurre decirle a ese grande entre los grandes es: Descanse en paz campeón,
usted siempre tendrá un lugar cimero en la historia de este país que lo
recordará no como víctima de una pandilla de desalmados inescrupulosos, sino
como la gloria deportiva y cubano integro que fue y será por siempre.
darsiferrer@yahoo.com
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