domingo, 23 de octubre de 2011

Mensaje a los cubanos

Dr. Darsi Ferrer

 

14 de octubre de 2011

 

La Habana, Cuba. Es tiempo de que termine la ilegítima y abusiva dictadura en Cuba. La corriente liberadora desatada en las sociedades árabes muestra claramente el camino de cómo hacerlo. Esos pueblos hermanos son nuestros iguales como víctimas de sojuzgamiento, anulación de libertades y derechos, represión y sufrimiento acumulado y creciente. Y sus opresores también se asemejan a los nuestros. En nada los diferencia la injusticia y corrupción que esparcen, el despotismo y la crueldad de su poder, los privilegios y pretensión de perpetuarse en dinastías. Los nombre de Ben Ali, Hosni Mubarak, Muamar al Gadafi, Bashar al Asad, se escriben con el mismo sentido ignominioso que Fidel y Raúl Castro.

 

La nación cubana debe tenerlo bien claro de una buena vez. Los salvajes métodos represivos que estos dictadores del Medio Oriente y el Norte de África han emprendido contra sus pueblos, son similares a los que practican los opresores del régimen para mantener a las personas en Cuba pobres, ignorantes, esclavizadas y aisladas del mundo. Y en nada se diferenciarán las masacres y los atropellos que allí se cometen, a lo que están dispuestos a protagonizar los gobernantes castristas para doblegar cualquier reclamo que estalle contra sus injusticias. Las recientes acciones de violencia desproporcionada contra los opositores en la isla alcanzan la cifra más alta de los últimos treinta años. Es el indicador del temor a una rebelión y quieren aterrorizarnos para que no ocurra. El instinto bestial compulsa a esos represores en su intención de aplastar los reclamos que surjan en el país, incitados por lo que ahora mismo hace el ejército sirio con su propia población.

 

Nos solidarizamos con todos los pueblos que se levantan en rebeldía motivados por el reclamo del derecho a ser libres. Sentimos la obligación de felicitar y dar gracias a los hermanos árabes, libres de vanguardias y líderes carismáticos, por demostrar la fuerza indomable que es capaz de brotar cuando los pueblos deciden emprender una revolución popular. Ellos vencieron lo que parecía imposible. ¡Nosotros también podemos!

 

Tal como clamaron los tunecinos y egipcios, después los libios y ahora exigen los sirios, los cubanos todos, en la isla y en la diáspora, debemos reconocer que nuestra libertad, y el resurgir de nuestras esperanzas y oportunidades, dependen de sacudirnos el lastre devastador del castrismo. No hay otra opción, compatriotas, los invito a asumir como mensaje común: ¡Fuera la dictadura! ¡Que se vayan los Castro!