lunes, 23 de mayo de 2011

La elección que espera Perú

por Dr. Darsi Ferrer

 

11 de mayo de 2011

 

 

La Habana. La reñida carrera por la elección presidencial en Perú se acerca cada vez más a su conclusión. El candidato izquierdista Ollanta Humala va perdiendo su ventaja electoral frente a la controvertida Keiko Fujimori, de un vago perfil liberal.

 

Humala, la bestia negra del balotaje, decidió perder lastre sobre la marcha. Y los resultados le fueron de inmediato favorables, al desembarazarse abiertamente del manto ideológico de su mentor Chávez, y hasta mencionándolo con cierta acritud, su por ciento de expectación subió como la espuma, permitiéndole llegar cómodamente a la segunda vuelta.

 

Por otro lado la Sra. Fujimori, encabezando un confuso programa liberal y con la carga al hombro de un ex presidente y aun padre preso por corrupto, ha hecho sus pinitos en las primeras semanas de mayo, igualando en los pronósticos a su adversario político.

 

El comportamiento ascendente en las encuestas de la preferencia por la candidata liberal refleja que está en condiciones de convertirse en la ganadora de la segunda vuelta electoral. No es nada bueno para Humala su tendencia a ir perdiendo lentamente su ventaja, mientras aumenta aceleradamente el por ciento favorable de la candidata de derechas. Este hecho marca una deriva significativa de aquellos que no se decidieron en la primera vuelta, dejando al campo con su voto en blanco a candidatos como el ex.-presidente Alejandro Toledo.

 

Y es que las razones abundan para no optar por una propuesta que a la larga, o más seguro, a la corta, sacará sus uñas. Humala es un nacionalista y populista furibundo de izquierdas, un profundo admirador del modelo castrista de permanencia en el poder y del ALBA como  mecanismo de expansión y aseguramiento del ambicionado cargo presidencial. Su personalidad pintoresca y simpatizante de la “violencia revolucionaria” descubre un perfil nada tranquilizador. De obtener la curul suprema se las arreglaría para permanecer en la misma por el tiempo que acostumbran los dictadores que se consideran, por definición, imprescindibles, es decir siempre. Y si hay algo de certeza como fórmula conclusiva en la historia reciente de América Latina, es que las dictaduras de izquierda se prenden al poder como garrapatas, mucho más que las de derecha de otros tiempos.

 

Pero contra todos estos sueños en rojo está el constante y sonante crecimiento económico de alrededor de un 10% anual que ha beneficiado a los peruanos en las dos últimas administraciones, y la consecuente expansión de la imagen del Perú como lugar atractivo de inversión y creación de empleo. Situación que ha sido el resultado de la decidida inversión en comunicación y vías de transporte de la denostada administración Toledo y la marcha acompasada, segura y seria en la economía de mercado que le aportara el presidente García, pese a su oscuro pasado de corrupto mandatario.

 

En definitiva, Humala no puede ofrecer otra cosa que no sean las tradicionales fórmulas estatistas de propiedad económica con sus nefastas consecuencias, ahora quizás disfrazadas de temperancia y ausencia de exaltación antiimperialista. Pero, por suerte para las aspiraciones democráticas, pesan demasiado en la memoria los años de sus constantes exabruptos y encendidos llamados a hacer del Perú otro fracaso totalitario como solución de los problemas nacionales.

 

Frente a este lobo disfrazado de ovejita, hasta la gris imagen de la Fujimori brilla como mejor opción y, de seguro, ganará las elecciones presidenciales de su país.

 

Como conclusión de todo esto,  resulta significativo, y hasta algo deprimente, que el destino que se forjan libremente los propios peruanos sólo permita optar por estas poco recomendables opciones. Quizá sea el resultado normal de la obligada, lenta y larga marcha en frágil equilibrio hacia un país estable y de progreso irreversible al que parece condenado buena parte del continente, alejándose cada vez más de la mano de aventureros que representan modelos trasnochados.


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